LO QUE DEBEN DE SABER LOS GOBERNANTES
No es de poca importancia para un príncipe la elección de los ministros, los cuales son buenos o no, según la prudencia del príncipe. La primera conjetura sobre el cerebro de un señor se hace al ver a los hombres que tienen a su alrededor; cuando son capaces y leales, siempre se le puede reputar de sabio, porque ha sabido reconocerlos capaces y mantenerlos fieles; mas cuando son de otro modo, siempre puede uno formarse un mal juicio sobre él, porque el primer error que comete, lo comete en esta elección.
No había nadie que conociese a micer Antonio de Venafro como ministro de Pandolfo Petrucci, príncipe de Siena, que no juzgase a Pandolfo de ser un hombre valiosísimo, por tener a aquél por ministro. Y puesto que hay tres géneros de cerebros: uno cuando entiende por sí mismo, otro que discierne aquello que otros entienden, el tercero que no entiende ni por sí ni por otros; el primero es excelentísimo, el segundo, excelente, el tercero inútil; convenía por tanto, necesariamente, que si Pandolfo no estaba en el primer grado, estuviese en el segundo; porque, todavez que alguien tiene talento para conocer el bien o el mal que uno hace o dice, aun cuando por sí mismo no tenga éstas y corrige las otras; y como el ministro no puede esperar engañarlo, se mantiene fiel. Más de cómo un príncipe puede conocer al ministro he aquí un modo que no faslla nunca. Cuando veas que el ministro piensa más en él que en ti, y que en todas las acciones busca su propia utilidad, semejante sujeto jamás será un buen ministro, y de él jamás podrá fiarte; porque quien tiene el Estado de uso en sus manos, no debe pensar nunca en sí mismo, sino siempre en el príncipe, ni recordarle nunca cosas que no pertenezcan a éste. Y por otra parte, el príncipe, para mantenerlo fiel, debe pensar en el ministro, honrándolo, haciéndolo rico, obligandolo con él, confiriéndole honores y cargos, de manera que comprenda que no puede estar sin él;y que los muchos honores no le hagan desear más honores, las muchas riquezas, los muchos cargos le hagan temer los cambios. Así pues, cuando los ministros y los príncipes respecto de los ministros proceden así, pueden confiar unos en otros; pero cuando proceden de otra manera, siempre el final será dañino o para unos o para otros. Maquiavelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario