sábado, 16 de noviembre de 2013

CABALLEROS SICILIANOS


En cuanto llegó Escipión a Sicilia ordenó  los voluntarios y formó centurias, conservando cerca de sí, sin armar, trescientos jóvenes en la flor de la edad y en toda su fuerza, sin decirles a qué servicio los destinaba ni por qué no los incorporaba a las centurias ni los armaba. En seguida eligió en toda la juventud siciliana trescientos caballeros de las familias más nobles y ricas para llevarlos con él al Africa, y les señaló el día en que habían de presentarse montados y armados. Aquella expedición era penosa, lejana de su país y parecía que les amenazaban muchos peligros en tierra y mar: esta idea les atormentaba tanto a ellos como   a sus padres y parientes. En el día señalado se presentaron con sus armas y caballos, y entonces  les dijo Escipión que:
Le habían enterado de que muchos caballeros sicilianos temían aquella expedición como demasiado penosa y dura. Si realmente algunos pensaban así, prefería que se lo dijesen en seguida a verles quejarse después cuando no fuesen más que soldados sin valor o inútiles para la república. Podían decir lo que pensasen, porque les trataría con benevolencia.

Uno se atrevió a decir"que si era libre para elegir , no quería servir". Escipión, contestó " Joven, puesto que has manifestado tu deseo, te daré quien te remplace; pero le entregarás tus armas, tu caballo y todo tu equipo de guerra; le enseñarás a montar y a manejar las armas." El siciliano aceptó gustoso aquellas condiciones, y recibió uno de los trescientos jóvenes que no habían sido armados. Cuando vieron los otros a aquel caballero libre de aquella manera del servicio militar  con el beneplácito del general, se excusaron todos y aceptaron remplazo. De esta manera sustituyeron jinetes romanos a los trescientos sicilianos, sin gasto algúno de la república. Los sicilianos se apresuraron a instruirles y ejercitarles, porque el general declaró que si no lo hacían , servirían ellos mismos. Esta magnífica ala de caballería dícese que se distinguió en más de un combate, mereciendo elogios de la república. Pag. 216, décadas de la Historia  Romana de Tito Livio.

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