Aquel hebreo a quien adoran los que predican la muerte lenta murió prematuramente, y para muchos fue una fatalidad que muriese tan pronto. Que ganas le entraron de morir a aquel Jesús cuando todavía no conocía más que los llantos y la melancolía de los hebreos, junto con el odio de los buenos y justos. Tal vez hubiera aprendido a vivir y a amar la vida; incluso a reír. En verdad os digo, hermanos, que murió prematuramente. Él mismo se hubiera ido retractando de sus doctrinas si hubiese llegado a mi edad, pues era lo bastante noble para hacerlo, Pero no había alcanzado aún la madurez. El amor juvenil está todavía falto de madurez, y lo mismo sucede con el odio juvenil a los hombres y a la tierra. El joven no ha desplegado aún ni las alas de su espíritu ni las de su carácter. Pero el hombre maduro es más infantil y menos melancólico que el joven; sabe más de la muerte y de la vida. Libre para la muerte y libre en la muerte, el santo comprende la vida y la muerte como un decir no cuando ya no es hora de decir si. Pag. 80 Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra.
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