El día 14 de septiembre de 1700, los fiscales Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, denunciaron la ceremonia idolátrica que celebraban en la casa de José Flores ante los RR.PP. FRay Alonso Vargas, Vicario de aquel partido y Fray Gaspar de los Reyes, ministro de la Parroquia de Cajonos. Los RR. Frailes Alonso de Vargas Gaspar de los Reyes, fueron a media noche a la casa de José Flores, que era precisamente el sacerdote idólatra, sorprendiendo a este y a otros en los actos idolátricos que celebraban en dicha casa, naturalmente los idólatras quedaron confundidos y avergonzados, porque los Frailes les reprocharon su rebeldía y tenacidad en el error. Los Frailes recogieron las victimas y los objetos de la idolatría, enfurecidos los idólatras contra los fiscales por la denuncia que estos hicieron, se reunieron en las primeras horas del día siguiente, en la casa de Sebastián Martín, y ahí determinaron sacar los Fiscales del convento, que eran donde estaban refugiados. Para matarlos y si los frailes se oponían correrían la misma suerte,al efecto, entrada la noche del día quince, se dirigieron al convento pidiendo con altanería salieran los fiscales para desaparecerlos, los frailes les rogaron que no cometieran tamaña vileza, pero no valieron ruegos y súplicas para apartarlos de tal intento, amenazados de muerte los Frailes, tuvieron que entregar los Fiscales suplicandoles todavía que no les hiciesen daño algúno, pues ya estaban destechando las piezas y despedazando las puertas a viva fuerza. Los fiscales ya estaban fortalecidos por la gracia y dispuestos ya a derramar su sangre por la religión. Los fiscales fueron llevados a San Pedro Cajonos, comenzaron a martirizarlos, azotándolos desde San Francisco hasta llegar a San Pedro, al llegar es esta población fue más cruel el azote a tal grado que quedaron privados los fiscales, al reponerse estos un tanto los llevaron a Yagacía y pasando de este pueblo, los llevaron hacía el monte como a distancia de seis kilómetros en medio de atroz martírio, entregaron su alma a dios. Los idólatras propalaron la noticia de que los fiscales, habian sido desterrados y se habían ido muy lejos de por acá. Transcurrieron años sin que se supiera de los fiscales, hasta que uno de los verdugos se enamorara de una de las viudas de los fiscales difuntos y trataba de casarse con ella, pero esta se negaba, porque tenía la esperanza de que aún viviera su esposo, entonces, Francisco López, el pretendiente de la viuda, por confesión propia, dijo que él, había dado muerte a Juan Bautista y llevó a la viuda hasta el sepulcro de los fiscales y todavía dijo más. Que había bebido parte de la sangre de Juan Bautista y que Nicolas de Aquino, había matado a Jacinto de los Ängeles y que también bebió parte de la sangre de la víctima. Del sepulcro de los fiscales brotó una hermosa odorífera asucena, así lo dice la tradición y así lo escribió Monseñor Guilow. Cuando desaparecieron los fiscales, la autoridad de Villa Alta, la de Oaxaca y hasta la de México, se interesaron por encontrar la sepultura de los fiscales, pero no fue posible dar con ella, hasta que el mismo verdugo se descubrió. Fueron perseguidos todos lo que tomaron parte en el martirio de los fiscales castigados severamente. Desde entonces a esta época se ha ido desvaneciendo esa tendencia a la idolatria en los Cajonos, sólo quedan bien arraigadas las superticiones que es planta frutífera en todos los pueblos de indígenas y hasta en la gente citadina vemos esa perniciosa supertición. Pag. 71. del libro, Historia de San Miguel Cajonos.por el Pbro.José Miguel Sánchez.
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