domingo, 7 de abril de 2013

César



Hubo en otro tiempo un obrero que fabricó una vasija de vidrio que no se la podía quebrar. Á este obrero se le concedió el honor de ofrecérsela á César. Se la ofrece, se la coge luego de las manos y que hace arrojarla contra el empedrado. El Emperador pasó el gran apuro viendo aquello; pero la vasija no se quebró, todo lo más que se hizo fué abollarse un poco, como si hubiese sido de metal. Entonces el obrero, sacando un martillo del cinto, con mucha calma, la reparó mañosamente y la dejó como antes. Hecho esto que os digo, vió el cielo abierto cuando César le preguntó:
 
Hay alguien que, á más de ti, conozca el arte de fabricar tal vidrio! !Mucho cuidado con lo que respondes, eh!
 
Y como el otrro respondiera que no, que sólo él poseía el secreto, el emperador mandó le decapitaran de seguida so pretexto de que, si dicho arte llegaba a extenderse, el oro tenía que perder todo su valor.
Pag.153, Obras completas. Petronio.

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