ALCIBÍADES
Siendo todavía pequeño jugaba a los dados en un sitio estrecho, y cuando le tocó tirar venía por allí un carro cargado; gritó al instante al carretero que detuviera el ganado, porque iban a caer los dados en el paso del carro; y como por rusticidad no hiciese caso y fuese adelante, los demás muchachos se apartaron; pero Alcibíades, arrojándose boca abajo delante del ganado y tendiéndose a la larga, le gritaba que pasase entonces si quería; de modo que el carretero, temeroso, hubo de hacer cejar, y los presentes que se hallaban, espantados, prorrumpieron en gritos y corrieron hacía él.
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