La vida
Quédese, pues, el sol a mi espalda. Con embeleso creciente contemplo la catarata que se precipita estruendosa por el escarpado peñasco. De salto en salto, se revuelve mil, y levantando en el aire con bronco fragor masas de espuma. Pero cuan majestuoso, naciendo de esta tempestad, se redondea el cambiante arco multicolor, tan pronto claramente dibujado, como perdiéndose en el aire y esparciendo en torno una lluvia fresca y vaporosa. Esto retrata el afán del hombre. Medita sobre ello y lo comprenderás mejor: en ese colorado reflejo tenemos la vida. Pag. 215. Goethe. Fausto.
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