CUANDO LA PASION DESBORDA A LA RAZON
Fue una terrible tragedia. Matilda Crabtree, una niña de catorce años, quería gastar una broma a sus
padres y se ocultó dentro de un armario para asustarles cuando éstos, después de visitar a unos amigos,
volvieran a casa pasada la medianoche.
Pero Bobby Crabtree y su esposa creían que Matilda iba a pasar la noche en casa de una amiga. Por
ello cuando, al regresar a su hogar, oyeron ruidos. Crabtree no dudó en coger su pistola, dirigirse al
dormitorio de Matilda para averiguar lo que ocurría y dispararle a bocajarro en el cuello apenas ésta salió
gritando por sorpresa del interior del armario. Doce horas más tarde, Matilda Crabtree fallecía. El miedo que
nos lleva a proteger del peligro a nuestra familia constituye uno de los legados emocionales con que nos ha
dotado la evolución. El miedo fue precisamente el que empujó a Bobby Crabtree a coger su pistola y buscar
al intruso que creía que merodeaba por su casa. Pero aquel mismo miedo fue también el que le llevó a
disparar antes de que pudiera percatarse de cuál era el blanco, antes incluso de que pudiera reconocer la
voz de su propia hija. Según afirman los biólogos evolucionistas, este tipo de reacciones automáticas ha
terminado inscribiéndose en nuestro sistema nervioso porque sirvió para garantizar la vida durante un
periodo largo y decisivo de la prehistoria humana y, más importante todavía, porque cumplió con la principal
tarea de la evolución, perpetuar las mismas predisposiciones genéticas en la progenie. Sin embargo, a la
vista de la tragedia ocurrida en el hogar de los Crabtree, todo esto no deja de ser una triste ironía.
Libro Daniel Golemán. Inteligencia emocional.
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